viernes, 19 de noviembre de 2010

"La Muerte no puede ser la salida"

Por ML. 40 NEWSWEEK 6 DE OCTUBRE, 2010
La muerte no puede ser la Salida:
En un cuento revulsivo de Philip K.Dick, un afamado escritor de cienciaficción, el aborto es legal hasta que el alma ingresa al cuerpo de los chicos, lo que ocurre recién hacia los doce años de edad. Antes de ese lapso, los padres pueden matar a sus hijos sin consecuencias. Ninguna historia podría inquietar más al médico Rodolfo Ávila, profesor titular de embriología de la Universidad Nacional de Córdoba y coautor del libro “El embrión como persona y paciente”. Desde su perspectiva, la vida comienza con la unión del espermatozoide con el óvulo, “cuando se forma una nueva entidad biológica, el cigoto o embrión celular, una nueva vida individual, una persona con un código genético individualizado”. No extraña, entonces, que considere el aborto inducido como un sesinato. “No lo veo bien”, dice Ávila. “Entiendo que la madre puede no haber querido embarazarse, pero la muerte (del embrión) no puede ser la salida. No se puede construir sobre la muerte”. El argumento antiabortista de Ávila no difiere del de otros médicos que comparten esa posición, muchos, con fuertes convicciones religiosas (cuando hace poco el Consejo Superior de la UBA solicitó a las autoridades nacionales la despenalización del aborto, el Consorcio de Médicos Católicos dijo que la propuesta “indigna, avergüenza y humilla”). Sin embargo, Ávila no suena fundamentalista ni destemplado. Y asegura que hay argumentos científicos que respaldan su postura. Uno, dice, es la reciente decodificación del genoma del anfioxo, una especie de sardina pequeña de cinco centímetros de largo, sin cráneo ni cerebro diferenciado, que pasa su tiempo enterrada en la arena y se parece mucho al ancestro de todos los vertebrados, incluyendo al ser humano. Pues bien: resulta que el anfioxo tiene un genoma muy parecido al humano. Y para Ávila, el punto está en que el espécimen adulto es similar en término de desarrollo de estructuras a los humanos en los primeros estadios embrionarios. “¿Por qué uno es vida y el otro no?”, pregunta. Pero el razonamiento frente a un microscopio, quizás, no sea igual al de quienes conviven a diario con el drama de las pacientes. “No es que el feto no tiene ningún derecho”, señala la antropóloga Rita Segato. “Pero su derecho es menor al de los chicos ya nacidos que se pueden quedar sin madre por un aborto en condiciones inseguras”.

40 NEWSWEEK 6 DE OCTUBRE, 2010