domingo, 7 de febrero de 2010

Embriodonación en Argentina

La embriodonación es tratado en un artículo publicado en el Diario Clarín de Argentina (02/07/2010).
“ Sin leyes ni reglas, avanza la adopción de embriones en el país: Sobrantes de parejas que hicieron tratamientos de fertilidad, miles de embriones congelados en centros privados se ofrecen sin que el Estado intervenga. Los dilemas éticos. Casos y reflexiones, los nuevos caminos hacia la paternidad “
El artículo periodístico trata sobre la resolución de un problema de esterilidad de una pareja de la Provincia de Buenos Aires. Reproducimos algunos párrafos del articulo digital consultado en la URL: http://www.clarin.com/diario/2010/02/07/um/m-02134710.htm
“Ana y Ariel se fueron deshaciendo en un puñado de funciones, cálculos y valores de laboratorio. Ariel pasó a ser un "factor masculino severo" (un hombre sin espermatozoides en su semen); Ana, una mujer de treinta y largos, con el reloj biológico en contra; el vínculo, un desencuentro.”
"No había con qué -repasa ella-. Tras años de tratamientos, la sentencia de muerte también alcanzó a mis ovarios y quedamos empatados: pareja estéril, sin otro horizonte que la adopción. Jamás imaginé que algún día estaría pujando en una sala de partos para conocer a mi hijo".
“Existen dos tipos de embriodonación: la tradicional, que es la donación de embriones criopreservados de pacientes que resolvieron no usarlos y dejarlos a cargo de la clínica; y una modalidad nueva y creciente que es la recepción de un embrión, en general en fresco, fecundado con ovocitos y espermatozoides de donantes voluntarios y anónimos, pero chequeados: "Se les hacen estudios infectológicos, inmunológicos y genéticos para garantizar al receptor ciertos estándares de salud o la ausencia de enfermedades hereditarias, y se seleccionan los donantes en función de la apariencia física de la pareja que los demanda. La gente no tiene por qué adoptar a ciegas", explica el doctor Roberto Coco, al frente de Fecunditas. En algunas clínicas, hasta preguntan a los receptores si prefieren alguna religión.”
“Aunque hace veinte años que los tratamientos de fertilidad implican el congelamiento de embriones, en Argentina ninguna ley regula esta práctica. El Estado sólo intervino una vez, a partir de una medida cautelar presentada en 1993 por el abogado Ricardo Rabinovich para que se "protegiera" a los embriones congelados. El juez Miguel Güiraldes entendió que debían respetar los "derechos personalísimos de los embriones", y nombró a Rabinovich "tutor especial" de todos. En 1999, la Cámara Civil confirmó el fallo y ordenó al Gobierno porteño que hiciera un censo semestral de los embiones congelados e identificara a sus padres. Los centros de fertilidad apelaron y la causa quedó parada hasta 2006, cuando Rabinovich fue reemplazado por una defensora de menores que aceptó mantener bajo reserva la identidad de los padres. Según el primer fallo, antes de realizar cualquier donación habría que avisar al juzgado. Pero allí dicen que jamás recibieron ningún pedido.
“Mientras tanto, los embriones se congelan, se guardan, se donan, se investigan y se descartan bajo la más completa anarquía o al amparo de autorregulaciones éticas que se imponen la mayoría de los médicos y clínicas de fertilidad. Es tal el nivel de incertidumbre que ni siquiera hay palabras para nombrar tendencias y prácticas cotidianas. El abogado Roberto Arribere, especialista en bioética, explica que es incorrecto incluso hablar de donación. "Cuando se trata de material biológico que es fruto de los procesos derivados de las nuevas técnicas de reproducción se habla de 'dación'. Es un acto unilateral, que no requiere aceptación previa por parte del receptor. Tampoco los embriones son 'adoptados', porque estaríamos hablando de una adopción prenatal y, según la Constitución, sólo se pueden adoptar nacidos vivos", explica. A su vez, en Argentina la madre es la que da a luz, la que pare. Entregar un embrión, por tanto, es ceder para siempre la maternidad.”
El tema de la identidad desvela a los padres receptores. "¿Cómo contarle a Iván la historia de su concepción?", se angustia Ana. "Le vamos a decir la verdad porque le pertenece, saber es su derecho. Pero todavía no acordamos qué vamos a decirle", confiesa Ariel. ¿Cómo explicarle que su cuerpo tiene los genes de otra pareja, pero que estuvo en la panza de Ana y tomó su teta durante un año? ¿Es adoptado? ¿Importa?Las lagunas legales llenan de fantasmas a los padres receptores. Desde que nació Iván, por ejemplo, Ana nunca lo llevó a Capital. Teme, dice, encontrarse con algún chico muy parecido y que sus padres sospechen que Iván es fruto del embrión que alguna vez donaron. "Es una tontería, ya sé, pero ¿cómo combato ese miedo?"
Fuente: http://www.clarin.com/diario/2010/02/07/um/m-02134710.htm